sábado, 19 de noviembre de 2011

CHICHEN - ITZA.



Dicen que la lucha entre la desesperación y la cobardía fue el fin
de la hegemonía de Chichen Itzá.

Desde entonces la magia y el misterio sobrevuelan

complejo arquitectónico más importante de la antigua civilización

maya.

Algunos dicen que el fantasma de Sac Nité,- la bella princesa de

piel aceitunada y ojos almendrados, que adornaba sus largos

cabellos con plumas de quetzal-, raptada el día de su boda vuelve

cada solsticio y al proyectarse el sol sobre su espectro errante, se

transforma en la serpiente emplumada que desciende por la

escalinata de Kukulcán, en busca de su amado príncipe Canek con

el que huyó el día previsto para celebrar un enlace sin amor que

favorecería una fuerte alianza entre las principales ciudades de la

Liga Mayapán.

Ulil, el príncipe abandonado en el altar, lleno de rabia y poseído

de un sentimiento demoníaco, clamó venganza y destrucción

caminando entre los rostros confusos y atónitos de la oligarquía

que asistía al evento.

Con sus guerreros Ulil, entró en Chichen Itzá encontrando los

templos vacíos, sin vida como si la ciudad uno de los centros

políticos más importantes del Mayab, nunca hubiese estado

habitada.

Los placeres de la vida, las transacciones comerciales, los

sacrificios rituales, estaban enterrados en el silencio de las

piedras.

Nada se reflejaba en las aguas del Cenote sagrado, nadie caminaba

entre las grandes columnas del templo de los Guerreros

Ulil después de haber buscado en vano por calles y plazas a los

habitantes de la urbe enloqueció. Su mirada vago perdida

buscando la respuesta al vacío, la quietud, el aislamiento pero no

puedo encontrar la verdad y la ciudad quedó dormida en el

silencio.

Cuentan algunos que sus moradores se transformaron en piedras,

dando vida a los relieves del templo de los jaguares,

permaneciendo así ocultos a la vista de aquellos que los buscaban.

A propósito de esto, cuando los dedos de los que creen en lo épico

acarician la serpiente de cascabel o las formas del Dios Chac

pueden percibir el frío y escamoso cuerpo del reptil o los músculos

fuertes y vigorosos de la deidad

Chichen Izá permanece dormida en el tiempo, ajena a los

huracanes, o a la humedad de la lluvia que descarga con fuerza en

los días de tormenta tropical cuando el cielo turquesa se torna gris

y oscuro como las piedras de la ciudad. Es como si esperase que en algún momento las figuras talladas en piedra pudiesen adoptar de

nuevo las formas que un día tuvieron y volver a la vida.

Esta es una parte de la leyenda. La otra la que habla; del gran

observatorio astronómico de los mayas en El Caracol, del tiempo

cósmico, de la puerta estelar por la que entran y salen de este

mundo las almas de los difuntos, de las luces que emanan de la

galaxia señalando la llegada de nuevos tiempos que permitirán

descifrar las claves de la historia… eso es otra leyenda, que se

puede escuchar cerrando los ojos cuando se visita la Ciudad

Perdida de Chitchén Itza

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