sábado, 19 de noviembre de 2011

NEUSCHWANSTEIN - ALEMANIA.

El rey Luis II dejó la capital, Múnich, y se instaló permanentemente en el castillo en 1884 para supervisar su construcción. Ignoró las amenazas por parte de la banca extranjera de embargar sus propiedades, y en 1886 fue incapacitado. Murió ahogado en el lago de Stanberg en Munich, en extrañas circunstancias.
Los descendientes de Luis II vendieron el castillo al gobierno bávaro, pasando más tarde al alemán. La cantidad por la que fue vendido equivale a los ingresos anuales actuales que el castillo obtiene de los turistas que acuden a visitarlo.
El palacio es propiedad del Estado de Baviera, a diferencia del Castillo de Hohenschwangau, que es propiedad de Franz, duque de Baviera. El Estado Libre de Baviera ha gastado más de 14,5 millones de euros en Neuschwanstein para el mantenimiento, la renovación y los servicios de visitantes desde 1990.
Neuschwanstein participó en la elección de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, pero no ganó.[2]

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